Esta apelación sigue a la publicación de un informe del socio de primera línea de la campaña de Cotton, el Foro de Derechos Humanos de Uzbek, que destaca las dificultades financieras que enfrentan los agricultores en Uzbekistán y la persistencia de los riesgos laborales forzados debido al control gubernamental sobre la cosecha de algodón.
Según el informe titulado, «Hay mucho algodón, pero nadie para elegirlo», los agricultores están luchando por pagar salarios competitivos por la recolección voluntaria de algodón debido a presiones económicas e interferencia del gobierno.
El informe indica que aunque se abolió previamente el trabajo forzado con impuesta al estado sistémico, las prácticas coercitivas continúan dentro del sistema de producción de algodón. A mediados de la cosecha de 2024, el gobierno redujo el precio que las compañías de algodón debían pagar a los agricultores por sus cultivos, ignorando los contratos existentes entre los agricultores y las empresas.
Allison Gill, directora legal de Global Labor Justice, que alberga la campaña de algodón, declaró: «En los tres años desde que Uzbekistán puso fin a el uso de trabajo forzado sistémico en la cosecha anual de algodón, el trabajo forzado y otros riesgos laborales que los riesgos laborales siguen siendo los riesgos laborales. Abastecimiento, que a su vez será un crecimiento económico sostenible «.
A pesar de los esfuerzos de privatización, el gobierno de Uzbekistán mantiene una influencia significativa sobre los agricultores al hacer cumplir los planes de producción de algodón. Se han encontrado funcionarios locales, bajo la presión de las autoridades superiores, utilizando la coerción para cumplir con las cuotas o extorsionar dinero para contratar recolectores de reemplazo.
Si bien la cobertura inicial de los medios de estos incidentes condujo a declaraciones oficiales que prohíben el trabajo forzado y una disminución posterior en los casos reportados, los problemas persisten.
Según la campaña del algodón, las condiciones económicas de los agricultores se han deteriorado en 2024, lo que limita aún más su capacidad para atraer mano de obra voluntaria. El Ministerio de Agricultura impuso nuevos acuerdos que redujeron el precio pagado a los agricultores sin consulta.
Aunque se introdujeron subsidios para compensar la pérdida de ingresos, muchos agricultores los encontraron inadecuados.
Surgieron informes de autoridades locales que presionan a los agricultores para que acepten precios reducidos, y algunos enfrentan amenazas de no aceptación de sus negaciones de algodón o préstamo si no cumplían.
La intervención del gobierno apareció como una respuesta a las preocupaciones de las compañías de algodón sobre la volatilidad de los precios globales que afectan su rentabilidad. Este movimiento contradijo los avances realizados en diciembre de 2023 cuando un decreto presidencial otorgó a los agricultores más autonomía en la negociación de precios a través de contratos de futuros con compañías de algodón.